Reseña Histórica del Daito Ryu Aiki Jujutsu en Cuba:



Por: Máximo Roy Fernández Rodríguez
Presidente de La asociación cubana de
Daito Ryu Aiki Bujutsu




Aunque es muy parecido y el único que permanece hoy, el “Bushi no Shin-Zo Jutsu Dojo”,
(Inicialmente “El camino del guerrero”), no fue probablemente el primer dojo en Cuba
que enseñara Daito Ryu Aiki Jujutsu.
En la década pasada de los años 1930 inmigrantes japoneses en la isla, enseñaron distintas formas de jujutsu de un modo extremadamente secreto, solo a parientes o amigos cercanos de la comunidad japonesa, dentro de estos estilos que se enseñaban, estaba el hoy conocido “Daito Ryu”.
Mucho después, funcionarios japoneses, el Dr. Hideo Hanmura y el Sr. Taro Nishiyama, miembros de la Dai Nippon Daito Ryu Aiki Bujutsu Rengo Kai, instruyeron a otra generación de estudiantes, la cual incluyo a un numero pequeño de cubanos, algunos de los cuales eran jóvenes. Es de esta generación, que la corriente del dojo se presentó, porque esto produjo figuras como: Guillermo Murphy Del Cueto, uno de los alumnos de Hanmura Sensei, quien primeramente enseño a Máximo Roy Fernández Rodríguez y guió sus primeros pasos en este arte, bajo la dirección del Dr. Hanmura.
Fragmento de un artículo escrito por:
Ayako Yamamoto Sensei, titulado:
“Daito Ryu en el Caribe”
Aun vibran latentes en nuestra memoria como llamas de fuego aquellas recomendaciones sugeridas por nuestro querido y respetado maestro Guillermo Murphy del Cueto, escritas en una elocuente carta fechada el 20 de diciembre de 1992. En ella nos daba respuesta e importantes concejos a nuestras interrogantes, las cuales marcarían el inicio de una difícil pero hermosa misión en este país; la noble tarea de formar, instruir y expandir el legendario arte del Daito Ryu Auki Jujutsu.
En un fragmento del texto de aquella carta leíamos:
…”Si tu deseas entrenar el arte con alguien mas, hazlo con personas de tu entera confianza. Que tengan integridad, dedicación y honestidad, pero principalmente humildad (arrogancia y orgullo destruyen el espíritu del Aiki).”
Ese mismo año, recibíamos otra importante misiva, cuyo texto nos infundía una mezcla de satisfacción y de gran temor, nos sentíamos honrados por la confianza que nuestro maestro había depositado en nosotros, pero paralelo a esto teníamos el miedo de enfrentar el hecho y llevar a cabo esa enorme encomienda, la cual requería coraje, conocimiento, lealtad absoluta y sobre todo voluntad de acero. Trémulos y con el corazón latiéndonos agitadamente en el pecho leíamos con inevitable asombro aquellas líneas en las que nuestro maestro nos proponía:
“…háblales a tus alumnos del verdadero espíritu del budo, de la costumbre de los samuráis del clan Aizu, que se llama “Misogi” (purificación) etc. La cultura y los buenos modales fueron parte de la elite de este clan Aizu; descendiente del clan Minamoto y particularmente del grupo Takeda (parte del clan Aizu), para ellos la disciplina era la medida justa del espíritu, si alguien no era capaz de controlarse, no era considerado hombre, ¡mucho menos Samurai! (No se le permitía beber, tener malos modales, etc.). Esto es lo que espero puedas enseñarles en manera de actitud… quizás tus alumnos se decidan a adoptarlo y puedas crear un buen grupo allá que continúen la verdadera dirección del budo o Bujutsu.”
¡Este fue el gran comienzo!... el primer corte hecho a nuestro propio espíritu, con la más noble de las espadas, que un verdadero guerrero pueda hacer. El primer paso firme sobre la correcta senda, tras las huellas que nos dejaba una hermosa y rica tradición de Budokas, decorada con una basta y legendaria historia escrita con los más altos principios que pueden poseer los seres humanos, como son: El honor, el coraje, la compasión y la lealtad…Una historia llevada a la práctica por hombres de elevada sabiduría y cultura, cuya audacia los enardecía y les permitía avanzar venciendo todo temor e indecisión. Fue de esta manera que tomamos la decisión, llevando como estandarte, nuestra deuda de gratitud y respeto hacia nuestro maestro y al legado que nos trasmitía. Aceptamos así el gran reto y nos dimos a la tarea de seleccionar un reducido grupo de los mejores alumnos a los que impartíamos clases de “Jyoshin Mon Shorin Ryu Karate Do,” con el supremo objetivo de dar extremo cumplimiento a la propuesta de Murphy del Cueto Sensei.
Nuestra primera estrategia fue comenzar a reafirmar en aquellos estudiantes un espíritu aun más purificado, inculcar en cada sesión de práctica los firmes propósitos y principios que rigen la ética y la cultura del Bujutsu o Budo, enraizar en sus corazones las ricas tradiciones y la disciplina del arte del Daito Ryu.
El 13 de diciembre de 1993 comenzamos a impartir los primeros aspectos técnicos básicos en el nivel conocido como Oku iri (entrada a los secretos del estilo) midiendo celosamente el comportamiento espiritual de cada uno de ellos pues era necesario evaluar el nivel de perseverancia de cada uno de los estudiantes y su actitud ante las inviolables reglas del código de conducta dentro y fuera del dojo, esto nos tomó mucho tiempo, porque la mente de algunos aun poseían vestigios de la tergiversación que revelan los filmes de “artes marciales” en el cine, así como también las grandes influencias negativas que dejan las deplorables competiciones de algunas artes marciales devenidas y mal llamadas “deportes de combate”.
No fue un trabajo fácil aun cuando inviolablemente cumplíamos estrictamente las indicaciones de los códigos de conducta y los sabios consejos de nuestro maestro, paulatinamente fuimos creando en aquellos estudiantes de diversas edades y sexos, una nueva forma de ver y apreciar las artes marciales, la nueva forma y atmósfera que enfatizaba la armonía correcta en el dojo. Se hablaba y exigía el Reigi (Cortesía y etiqueta), el Shugyo Shin (Espíritu de entrenamiento austero) y el Misu Irazu (Ayuda mutua, sin contradicciones). En aquel entonces nuestro dojo se nombraba “Fuji Yama Dojo- Bunko” para rememorar y enaltecer el nombre del Dojo de Murphy del Cueto Sensei, de igual nombre y a sus ves aclarar que, el nuestro era una rama de aquel.
Así la nueva semilla del Daito Ryu Auki Jujutsu comenzaba a germinar en nuestro país, se empezaba a dar forma a la añorada y sabia idea de que un grupo de cubanos demostrara que el Budo verdadero podía enraizar en el corazón de cada practicante del arte con humildad y decoro, sin importar la carencia de recursos, la inconformidad e inseguridad de los escépticos, las vituperaciones de algunos, la nacionalidad, las razas, la diferencia de cultura, la idiosincrasia y la ideología. Nada puede frenar el deseo humano de crear, de llevar a consolidaciones las difíciles tareas que se propone, de amar y luchar por las causas justas, apartándose de lo mediocre e indecoroso. De esta manera comienza a hacerse realidad los sueños del corazón, las grandes ideas, la dura encomienda y la difícil meta que nos trazábamos solo con un justo objetivo y una convicción inculcada por nuestro maestro.
Supimos en estos duros momentos que las caídas solo son deslizamientos para impulsarnos, que las llagas suelen convertirse en coraza cuando la sangre coagula, que el sudor refresca nuestro cuerpo y nuestra mente iluminándonos el rostro con un resplandor personal que solo perciben los que perseveran en post de las victorias espirituales.
De cara al fuerte combate que debíamos librar en nuestra mente, la consigna permanente era poder continuar lo que cincuenta años atrás, en nuestro país fue solo una inconsolable pesadilla para algunos inmigrantes japoneses que según se nos ha transmitido, llegaron a nuestra isla tratando de librarse de la persecución de la Kenpen tai (policía secreta imperial), por el solo hecho de que estos pertenecían o eran miembros de las sectas religiosas Omoto e Ichirei. Ellos se vieron obligados a viajar a diferentes países, entre ellos Cuba, con pasaportes falsos, después de la guerra, ocultando sus verdaderas identidades y haciéndose pasar por comerciantes, vendedores ambulantes o cultivadores de hortalizas, los cuales eran llamados por la población, erróneamente: “Chinos,” tal ves por su fisonomía asiática o porque ellos hablaban en mandarín o cantones, para no revelar su origen de procedencia. La realidad era que ellos en su mayoría eran descendientes de la alta clase Samurai (Hatamoto). Oficiales de alto rango y de gran nobleza que leían los clásicos chinos y conocían el arte de Oshikiuchi (nombre antiguo del Daito Ryu). A pesar de todo esto, ello solo pudieron compartir estos conocimientos en nuestra tierra de forma oculta con sus familiares más allegados, privados por esta situación, de transmitir el noble legado de su arte y mucho menos de instruirlo pública y oficialmente en Cuba.
Lamentablemente para nosotros, muchos de estos maestros murieron en el anonimato sin ser hallados por sus familiares. Otros regresaron al Japón llevando celosamente guardados los secretos de su arte. Este fue el caso de Tomeo Fujita”, un primo de Ichikawa Yoshinori (“Soke” del estilo: Daito ryu Aiki Bujutsu- Saigo Ha Ko Ryu). El cual regresa al “País del Sol naciente” entre los años 1956-1957, aproximadamente.
Estos hechos poco conocidos, por nuestra nación, nos inspiraban y nos insertaban un fehaciente entusiasmo para continuar la historia del Daito Ryu en nuestro país y preservar el legado que nos enseña el maestro Murphy Del Cueto, del estilo Daito Ryu.
El primer grupo de alumnos Cubanos que comenzaron las prácticas en el año 1993 dirigidos por Máximo Roy Fernández Rodríguez, alumno directo del maestro Guillermo Murphy del Cueto fueron:
1. Pedro Jesús González Buzón.
2. José A. Rodríguez de los Reyes.
3. Reynier del Rosario Sánchez.
4. Ariel del Rosario Sánchez.
5. Nusdey de la Caridad Frometa Álvarez.
6. Virgilio Saldivar Rodríguez.
7. Cesar Rodríguez Hueso.
8. Jussep Pedroso Torrientes.
9. Jans Sosa Rojas.
10. Brian Castro Sosa.
11. Silvio García Delgado.
12. Yuney León Santiago.
Estos estudiantes fueron los que iniciaron las prácticas, luego se sumaron otros que aumentaron el grupo inicial. Los entrenamientos en aquellos días se tornaron rigurosos, pues compartíamos el tiempo en dos agotadoras sesiones “La primera comenzaba a las seis de la tarde con el Jyoshin Mon Karate Do, que culminaba a las ocho de la noche, horario en que comenzaba la segunda sesión dedicada al aprendizaje del Daito Ryu Aiki Jujutsu, que finalizaba a las diez de la noche y en muchas ocasiones, algo más pasada esta hora”
Debemos aclarar, porque merece un merito, que este pequeño grupo estaba integrado en su mayoría por niños y adolescentes, los cuales se esforzaban conjuntamente con los adultos combatiendo rudamente contra el dolor producido por las innumerables proyecciones sobre la dura superficie de apenas una pulgada de altura, rellenada con virutas de madera y cubierta por una deteriorada lona de un viejo tejido grueso, que se ataba a unos marcos de dura y carcomida madera, esta estera tenía una dimensión de cuatro por siete metros.
Mucho más doloroso era la aplicación de las técnicas para los estudiantes, puesto que no tenían muchas habilidades y constantemente se producían lesiones en las articulaciones de las muñecas, rodillas, tobillos por roturas de ligamentos.
El dojo era una especie de trinchera, donde se resistía contra el hambre y la sed, el aspecto de los estudiantes era en realidad lastimoso, sus uniformes estaban rasgados por su mal estado, no existían las Hakamas, por supuesto, por la carencia de recursos en nuestro país.
Ellos practicaban bañados todos de copioso sudor, sangrantes las rodillas por la práctica del Shikko Ho (caminar de rodillas), pálidos y jadeantes por el supremo esfuerzo. Todo esto nos hizo pensar en ocasiones que todo acabaría en cualquier momento, pero noche tras noche se repetía la misma situación y las quejas de aquellos abnegados practicantes se expresaba con su tenue sonrisa y un movimiento positivo de cabeza cuando uno de sus compañeros de práctica lo proyectaba fuertemente y le aplicaba un eficiente control (Osae).
Al culminar las clases, tarde en la noche, el regreso a casa era, transportándonos en ciclos de fabricación china. Algunos de los alumnos tenían que vencer la distancia de hasta aproximadamente veinte kilómetros de distancia, entre el dojo y sus hogares.
Las cosas se tornaban aun más difíciles, como si la ley de causa y efecto quisiera probarnos, o impedirnos el cumplir nuestros objetivos, pues resultó que aquel humilde dojo que se nos había proporcionado para la practica, fue requerido por la dirección de la Empresa Siderometalúrgica “José Martí” (antillana de acero), para instalar allí una imprenta. La decisión fue irrevocable, puesto que de nada sirvieron nuestras suplicas antes los directivos de aquella institución. El hecho fue consumado, mas este indeseado incidente, se transformó a su vez en una nueva prueba. Así el nuevo dojo que compartimos, pasó a ser un césped de hierba, rodeado de una empinada ladera donde se encontraba un anillo de la autopista nacional, en el mismo límite donde comienza el municipio del “Cotorro” en Ciudad de la Habana. Allí el estoico grupo de practicantes comenzó nuevamente sus prácticas, aplicando sinceramente el concepto de “Seichin Tanren (entrenamiento para fortalecer el espíritu), combinado con Shugyo. El entusiasmo era tal que con el constante entrenamiento el césped de hierba, terminó siendo un terreno de tierra dura, donde los pies del estudiantado eran lastimados, esto trajo nuevos contratiempos, porque fuimos requeridos seriamente por los padres de muchos de ellos, y como si fuera poco, se nos amenazó de ser expulsados del lugar, por requerimiento de los trabajadores encargados del ornato forestal de aquel espacio campestre, por el motivo de los daño ocasionado al césped.
También sufrimos las vituperaciones de muchas personas que pasaban por el lugar, burlas y palabras indecorosas contra aquellos extenuados y dignos alumnos, que solo buscaban afanados encontrar el “Satori no Waza” (La comprensión de cada estudio técnico del arte). No obstante la disciplina y perseverancia de aquel colectivo, venció todo freno y allí permanecimos, por espacio de año y medio, venciendo esta difícil, pero beneficiosa prueba.
Por fin la justicia llega de algún modo. Gracias a la ayuda de muchas buenas personas que nos apoyaron recibimos la noticia de que se nos “aceptaba” nuevamente en la misma Empresa “Antillana de Acero,” específicamente en un área designada para la confección de un complejo deportivo de interés para ese organismo, cumpliendo un acuerdo efectuado con la institución del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación , (INDER) del municipio del Cotorro.
El área designada, aun sin techo y sin piso requería de muchos recursos, los cuales gracias al favor de los padres de los propios estudiantes y a innumerables gestiones que hicimos fueron apareciendo. El techo fue instalado, así como el piso, después de algún tiempo más de suplica a los dirigentes de esta Empresa. Esto duro aproximadamente cinco ó seis meses, luego comenzamos nuevamente la búsqueda de una nueva lona para confeccionar el Tatami, con otro tiempo de espera por esa solución.
Todo este trabajo culmina en el año 1995 cuando se llegó finalmente a organizar y decorar el lugar, hasta convertirlo en un verdadero Dojo tradicional para la práctica del Budo.
El 10 de septiembre de ese mismo año 1995 se confirma formalmente que Máximo Roy Fernández Rodríguez es designado como instructor oficial del Daito Ryu Aiki Jujutsu (Saigo Ha Ko Ryu), en el nivel Shoden Mokuroku, condición sugerida por Murphy Del Cueto Sensei y también se le autoriza como representante regional del grupo cubano por la Rengokai, para la Republica de Cuba por solicitud de Hideo Hanmura- Shihan (Fukushido Hombu-Cho So Hombu Dojo).
Nos dimos a la tarea de buscar un apropiado nombre que explicara por si mismo toda la dedicación, el arrojo y la valentía demostrada por nuestro valioso grupo de alumnos. Así fue que aparecieron nombres tales como “Bushi do Dojo,” (“Lugar del camino de la senda del guerrero”), y “Bushin No Shin-Zo Jutsu Dojo”, (“Lugar del camino del arte del corazón del guerrero”). Un nombre, al decir de algunos “Poco convencional.” Este último después de todo, se expresaba incluso con errores en revistas y en artículos en los cuales aparecía publicado. Así que pensamos cambiarlo, en un futuro no muy lejano.
La batalla por el crecimiento espiritual no mermó ni un solo instante, se incluían otras reglas de disciplina y ética, para controlar obviamente la conducta de los practicantes que continuaron sumándose. Esto provocó como en todo combate, la perdida triste y lamentable de algunos iniciados y la inclusión de otros que sí pudieron romper con sus malos ideales y su propio ego según lo que induce ha hacer el noble legado del Budo. Así “La victoria correcta sobre las propias debilidades” prevalecía ante las derrotas espirituales de algunos.
Como olas del mar, unos perecían en la comodidad de las playas, pero otros entre el fragor de la lucha, emergían sumándose al flujo indetenible y vigoroso, con energía y poder.
La llegada del año 1996 fue un reconfortante aliciente para la perseverante fuerza del grupo del Daito Ryu en nuestro país, porque el 7 de febrero de ese año se reconoce la práctica oficial en Cuba por la entonces denominada “Federación Cubana de Karate Do y Artes Marciales Afines” (F.C.K.A.M.A.), en una reunión efectuada en la Ciudad Deportiva de la Ciudad de la Habana, con los altos representantes de dicha Federación y los presidentes de las respectivas Asociación de artes marciales que la integraban, donde además es elegido Máximo Roy Fernández Rodríguez, como Presidente de la sección de Daito Ryu Aiki Jujutsu, en aquellos días afiliada por mandato, a la Asociación Cubana de Aiki Do.
El sábado 5 de octubre de 1996, una selección de este grupo de alumnos cubanos, dirigidos por su presidente e instructor realizó “La primera demostración pública del Daito Ryu Aiki Jujutsu,” en el propio Coliseo de la Ciudad Deportiva de Ciudad de la Habana, la cual causó gran expectativa en la afición presente, esto provocó un marcado interés por el conocimiento, el origen, la historia y la estrategia técnica de este antiguo arte marcial.
Esto permitió que algunos periodistas y camarógrafos se interesaran en filmar una sesión de prácticas en el propio Dojo, para divulgar este desconocido arte, al público Cubano. La filmación se realizó y fue llevada a los estudios de la Televisión Cubana, a un programa denominado “Todo Deportes,” del canal “Tele Rebelde”, el 23 de marzo de 1997. En la misma tuvimos la oportunidad de hacer también una demostración en vivo y lo más importante de todo, exponer temas de interés histórico, ético y filosófico referentes al estilo. Fue todo un gran momento para dar a conocer que es el Daito Ryu y que hacíamos en Cuba al respecto.
Tuvimos el privilegio de que nuestra primera demostración pudiera ser vista de forma grabada, por maestros de Puerto Rico, Canadá, Israel y el Japón, los cuales nos estimularon con felicitaciones por el buen trabajo y la disciplina, así como el rescate de la tradición. Maestros como: Guillermo Murphy Del Cueto- Menkyo Kaiden (Asesor técnico de norte y centro América, y nuestro maestro principal), Miguel Ibarra Sensei (Yama Bushi Ju Daito Ryu Bokuyukan), Daliah Seima Sensei de Israel (Daito Ryu Saigo Ha Ko Ryu y Uchideshi de Ichikawa Sensei), Ayako Yamamoto Sensei (Representante oficial de la Rengokai). Entre otros que nos dieron sus opiniones satisfactorias al respecto.
Continuaron llegando a nuestras manos los materiales de instrucción del Daito Ryu y algunos alumnos del maestro Murphy del Cueto de “Fuji Yama Dojo” en Canadá nos visitaron trasmitiéndonos las lecciones técnicas, experiencias, criterios Éticos-filosóficos, que nuestro maestro nos sugería y sobre todo estimulándonos a seguir trabajando con el mismo entusiasmo.
El día 28 de septiembre de 1997 se llevó a cabo una demostración de Daito Ryu con el objetivo de cambiar definitivamente el nombre de nuestro Dojo, el cual fue sugerido por la maestra Ayako Yamamoto Sensei. Lo cual se debió al hecho de que su padre unió su Dojo al Dojo del maestro Sakura Akio Sensei, dejando vacante el nombre de su propio Dojo.
Ayako Yamamoto sensei consultó con el maestro Murphy Del Cueto, si deseábamos retomar ese nombre para renombrar nuestro Dojo y conservar el nombre del de su padre. El no los comunicó y con honor, nosotros aceptamos adoptarlo, por eso nuestro Dojo se nombra definitivamente: “Bushin Dojo”, (El lugar del camino del espíritu del guerrero) un buen nombre con una rica tradición, que indiscutiblemente brinda la visión deseada, de cual es el objetivo supremo de este humilde recinto para el aprendizaje del arte y nuestro deseo de entrenar el Daito Ryu Aiki Jujutsu Saigo Ha Ko Ryu, pues este no es más que fomentar el verdadero espíritu del Bushido en el corazón de los artistas marciales cubanos.
El 10 de octubre de 1999 se pública en Cuba un modesto trabajo en el periódico “Juventud Rebelde”, sobre la importancia del cultivo de la tradición de nuestro estilo, la llegada a Cuba del Daito Ryu y otros aspectos que derogaban la mala información que se tenía de las artes de los antiguos samuráis del Clan Aizu titulado “DAITO RYU AIKI JUJUTSU TRATA DE ESTABLECERSE EN CUBA”. Aunque no se escribió todo lo que se deseaba exponer, pudimos dar un pequeño mensaje donde se explicaba que el Daito Ryu es contrario a la violencia, luego de mostrarlo en cada instante de la vida aun fuera del Dojo.
El 11 de enero del 2000 se efectúa una ceremonia oficial del “Keppan” (Juramento de sangre) con siete de los más fieles alumnos del estilo, que ponen su honor en juego, al jurar ser leales al estilo y cuidarlo del deterioro técnico y espiritual, así como conducirse de manera honorable y digna como verdaderos Budokas.
Los día 26,27 y 28 del mes de Febrero del mismo año, después del arribo a Cuba (el día 24) de Randolf Richard Thiessen (Randy Thiessen), se efectúa el Primer examen oficial de rangos del Daito Ryu Aiki Jujutsu Saigo Ha Ko Ryu al grupo de cubanos que con tanto amor y dedicación se mantuvieron durante ocho años cumpliendo con su deber. Esto, dicho de esta manera no parece significativo, pero lo cierto es que el espíritu de “Shiken Shobu” (“Pelear hasta la muerte, espada viva”), se hizo realidad en este momento de la historia del Daito Ryu en Cuba. Todo lo que comienza con amor y espíritu de firmeza recibe sus añorados frutos. El gran esfuerzo realizado desde el inicio por aquel selecto grupo de alumnos que mantuvieron y mantienen en alto el axioma:
“Nosotros tomamos la decisión y esa decisión nos hace”
Nos hizo ver vigente la frase escrita por Saigo Tanomo, el sacerdote del Clan Aizu en la cual expresa:
Cuando golpeas la corriente de un río que fluye no quedan huellas sobre el agua” porque esos mismos golpes, las pruebas y problemas afrontados no pudieron detener la dinámica fluidez de la corriente que cada espíritu sincero puso en pos de su deber y los compromisos.
Así, este grupo con sus faltas, errores y virtudes. Emprendió otro gran combate contra las vicisitudes, antes del examen. Y ya con la confirmación de la visita de este representante examinador, nos encontrábamos en una situación difícil, pues el Dojo estaba prácticamente sin Tatami, lo que nos había hecho suspender las prácticas allí.
Semanas antes del arribo de Randy Sensei tuvimos que trabajar duro en conjunto para conseguir y comprar la lona, que se adquirió gracias a la ayuda de un alumno, conjugábamos los arreglos del Dojo con las prácticas programadas con vistas al examen. Los trabajos de restauración comenzaban a las cinco de la tarde, hasta las siete u ocho de la noche y extenuados ya teníamos que comenzar las prácticas en un área de Judo que se nos prestaba después que los instructores terminaban sus entrenamientos diarios, muchas veces entre las ocho y las nueve pasado meridiano, entonces comenzábamos hasta altas horas de la noche.
Terminados los arreglos del área del Dojo incluyendo la pintura y decoración, llegó el día señalado para efectuar la prueba.
Randy Thiessen, Senmu Rijicho ( Vice director representativo para Canadá-Cuba), quien oficialmente presenció y filmó cada presentación del alumnado, dirigió el examen, el cual fue autorizado y aprobado por la F.C.K.A.M.A., la Rengokai (Asociación Japonesa) y la I.B.A. Asociación de Budo Internacional).
Randy Thiessen quedó muy impresionado con los alumnos los cuales permanecieron los tres días de duración de las pruebas, prácticamente sin poder almorzar, ni tomar agua durante las largas sesiones en que se efectuaron las mismas. Esta fue una tarea más, que era vencida, no tanto para demostrar el nivel técnico, sino para enseñar y ser ejemplo del poder del espíritu del Budo.
En este examen participaron los siguientes examinados por niveles:
1. Taylor Añón García (nivel Okuiri) 5to Kyu
2. Iván Castañeda Suárez (nivel Okuiri) 5to Kyu
3. Luís Ernesto Saumel San Martín (nivel Okuiri) 5to Kyu
4. Juan Pablo Bakura Salina (nivel Okuiri) 5to Kyu
5. Víctor González Fernández (nivel Nikka jo Mokuroku) 3er Chu Kyu
6. Virgilio Saldivar Rodríguez (nivel Nikka jo Mokuroku) 3er Chu Kyu
7. Ariel del Rosario Sánchez (nivel Yonka jo Mokuroku) Jokyu 2do Kyu
8. Amaury Hernández González (nivel Yonka jo Mokuroku) Jokyu 2do Kyu
9. Miguel Antonio Romero Rivas (nivel Yonka jo Mokuroku) Jokyu 2do Kyu
10. Dionea Daudinot Alonso (nivel Yonka jo Mokuroku) Jokyu 2do Kyu
11. Pedro Jesús González Burzón (nivel Yonka jo Mokuroku) Jokyu 2do Kyu
12. Nusdey de la Caridad Frometa Álvarez (nivel Gokka jo Mokuroku) Fukoshidoin Jokyu Yudansha 1er Dan
13. Reynier del Rosario Sánchez (nivel Gokka jo Mokuroku) Fukoshidoin. Jokyu Yudansha 1er Dan.
Máximo Roy Fernández Rodríguez Shidoin (Nivel Gokurai) 5to Dan.
El 21 de julio del 2000 aprovechando la visita de la señora Donna Murphy (esposa de Guillermo Murphy sensei) a Cuba se efectuó un acto formal en “Bushin Dojo”, con el objetivo de hacer entrega oficial de los certificados de rango, aprobados por la Rengokai a los catorce miembros cubanos examinados, así como también el pergamino autoritario para la instrucción en “Bushin Dojo”.
Estos fueron recibidos de manos de la propia Sra. Donna Murphy Sensei, quien también hizo llegar a manos de Máximo Roy su condición de “Shidoin” (“Quien puede señalar el camino”), y el Menkyo (La licencia de instrucción), él cual a su vez, entregó a dos de sus alumnos los certificados acreditativos de “Fukoshidoin” (instructores asistentes). Posteriormente a esta ceremonia inaugural se realizó, por parte del alumnado una demostración de Daito Ryu en honor a este hecho y a la apertura del “Natsu Geiko” (práctica de verano) en Cuba.
El 12 de diciembre del 2000 se hace realidad el sueno de abrir el primer dojo rama en Cuba, “Keiikan dojo,” en Nuevitas, Camaguey. Le siguen en orden de apertura el “Nintaikan dojo” en “Tapaste” provincia la Habana, el 15 de enero del 2001, el Seigyokan dojo, el 9 de marzo del 2001, en “Río Cauto,” Provincia de Granma, el Kyoshokan dojo, en Guantánamo, el 24 de agosto del 2003 y el Meiyokan dojo, el 17 de Septiembre del 2003, en Holguín.
El 21 de marzo del 2005 la asociación japonesa “Dai Nippon Daito Ryu Aiki Bujutsu Saigo Ha Ko Ryu, ratifica formalmente, por recomendación de Murphy Del Cueto- Hanshi, la posición de alto honor como representante de la organización cubana de Daito Ryu, con promoción a miembro júnior de la “Shihan Kai” a Máximo Roy Fernández Rodríguez, y el 7 de noviembre del 2006, se le otorga el rango de “Renshi.”
En el futuro próximo se espera que de “Bushin Dojo,” y de otros dojos ramas, salgan los futuros maestros que expandirán este arte milenario, con la apertura de nuevos Dojos por todo el país. Este es un sueño, que añoran nuestros maestros se hará una hermosa realidad, para llevar a todo el país las ricas enseñanzas del verdadero Budo.
¡DOMO ARIGATO GOSAI MASHITÁ!
(Escrito para el estudio de la Asociación Cubana de
Daito Ryu Aiki Bujutsu- Saigo Ha Ko Ryu).