Estimado G. Murphy,
Mi nombre es Carmen y su dirección email me fue dada por Máximo Roy.
En días recientes visite Cuba y aunque en anteriores visitas, mi amiga Maya, había insistido en que visitara Bushin Dojo, solo esta ultima vez se hizo posible.
Yo nací y me crié en San Francisco De Paula, el nombre de Roy no me era desconocido, más bien lo recordaba de cuando estudiaba en la escuela secundaria, creo que nunca cruzamos palabras y tengo una vaga memoria de su imagen cuando joven.
Cual fue mi sorpresa cuando visite “Bushin Dojo” y me encontré con ese Maestro lleno de canas y respetado por todos.
Allí llegue sin la menor idea de lo que iba a encontrar, ni siquiera con la certeza de que nos dejaran pasar, solo con la referencia de mi amiga, que había practicado Tai-Chi con Roy y de cuan beneficioso había sido para ella.
Al llegar, el maestro Roy estaba en la puerta y después de una breve introducción que nos hizo Maya, amablemente nos invito a pasar. Mi primera impresión del lugar fue un choque “un jardín japonés” en San Francisco De Paula, que esta “in the middle of no where”.
Los jardines japoneses y el diseño japonés en general, desde arquitectura hasta arreglos florales más que gustarme, me fascinan. De donde surge la atracción, lo ignoro, solo sé que es visceral. El hobby de mi esposo y el mío es visitar jardines. En los de estilo japonés, algo así como que me siento en casa, no se cual, seguro no la de San Francisco.
Pues bien mi primera vista al jardín de Bushin Dojo fue con un ojo más que crítico y allí frente al estanque nos sentamos Maya y yo a disfrutar del ambiente y a conversar de lo que nos rodeaba. Yo tengo algunos bonsái, no me considero ni un principiante, solo forman parte de mi fascinación por lo perfecto de sus estilos, así que disfrute mucho los que tienen en el jardín.
En algún momento en nuestra conversación Roy se nos unió, me imagino que como parte de la tradición por atender a algún visitante. Mi querida amiga Maya se caracteriza por idealizar a las personas y ella ve en Roy a un gran Maestro de reconocida nobleza de carácter y espíritu. Para mi, hasta ese momento Roy no era mas que el “pandillero” que practicaba karate del cual tenia una vaga memoria de los tiempos de la Secundaria, ahora vestido con traje de Samurai.
Mi primer instinto cuando Maya me presenta a alguien, que yo considero ella ha idealizado, es someterlo al mas riguroso y escrupuloso de los exámenes. Así hice también con mi Maestro de Yoga, Eduardo Pimentel, cuando ella nos presentó y del cual me considero no solo su alumna de por vida, si no su hermana.
Pues así comencé a observar no solo al Maestro sino a todos los que allí estaban y la conversación se fue adentrando y mis dudas se fueron acabando. De buenas a primeras, alguien se nos acerca con un té, y yo que conozco de las necesidades me sentí conmovida que quisieran compartir lo poco, aunque esa fuera nuestra tradición como cubanos… Me llamo la atención que quien nos trajo el té, no se sirvió hasta que el Maestro no lo invitó, lo que yo interpreté como muestra de respeto, tal vez era que no quedaba mucho mas, pero yo preferí quedarme con lo primero.
Ya cuando me sentí mas a gusto, fuimos invitadas a pasar al interior del Dojo, donde los alumnos estaban practicando. Todos tan lindos con sus uniformes de la tradición, el instructor nos hizo un saludo majestuoso y los alumnos ni se inmutaron, respeto por todas partes.
Antes de entrar al salón de práctica, dejamos los zapatos junto a la puerta, me di cuenta que todos los zapatos estaban alineados y en pares, fácilmente pude haber dejado los míos ordenados también, pero elegí no hacerlo, dejándolos como quiera. Como diciendo, bueno yo estoy de vista, discúlpenme por dejarlos regados, pero ésta no la considero mi disciplina.
Entonces, desde adentro, vi al Maestro ordenando mis zapatos y no solo me dio pena por la acción deliberada, sino que encontré en ese gesto, que tal vez para muchos pasó inadvertido, aceptación, disciplina y humildad.
Adentro se nos enseño y explico cuanto quisimos ver y preguntar. Claro está, inquietudes y curiosidad de quienes recién descubre el agua tibia. Desde el piso de madera todo hecho a mano, pero curiosamente logrado, hasta los arreglo del Tokonoma, muestran con cuanta dedicación trabajan allí todos, desde los que reciben, que me imagino sean todos, hasta los que imparten. Se que me fue dada mas información de la que pude captar y los movimientos de los alumnos no le dijeron nada a mis ojos ciegos para ese arte.
Ya afuera de nuevo, eche una nueva mirada al jardín y esta vez descubrí algo diferente, aun con muchos elementos para tan poco espacio, encontré mucho amor y muchos deseos de hacer y de mostrar que hay una forma diferente de ser. Una forma alineada con la naturaleza y las tradiciones.
Le he contado todo esto, porque decir que quede impresionada con el respeto y la maestría del lugar no dice mucho, es solo una frase. Pensé que diciendo lo mismo en forma de anécdota, pues llegara más.
De allí salí como Pilar en la poesía de Martí “Los zapaticos de Rosa” y además quise dejar mi manta y mi anillo. De hecho les dejé mi revista Sukiya Living, que si bien no es tan valiosa para otros, para mi lo es, claro no sin antes dedicar una parte de mi meditación para lograr a duras penas algo de des-apego.
Roy me dijo que usted fue su primer Maestro directo y me pidió le escribiera contándole de mi impresión en Bushin Dojo, y yo que conozco de cuanto se quiere y respeta a un Maestro, contarle ha sido un placer. Por favor discúlpeme por haberme extendido, es solo que no se como expresar con dos palabras lo fascinada que quede con ese oasis de espiritualidad y buenos modales, y además porque los cubanos no sabemos hablar poco.
Mis saludos respetuosos para usted,
Carmen.